miércoles, 17 de enero de 2007

UN OCÉANO VERDE CADA NOCHE


UN OCÉANO VERDE CADA NOCHE

Reconozco que soy una privilegiada porque, ¿quién puede admirar cada noche un océano verde y diferente dentro de su cuarto?
He de admitir también que, cuando hablan de “nuestra cultura mediterránea”, yo no me siento aludida. Mi cultura es atlántica, con todo lo que ello conlleva.
Cuando se nace tan cerca del océano Atlántico ya no se puede vivir sin el ir y venir de las olas que mecen las ausencias y el hambre. El calor dulce que transforma el mundo en un lugar más acogedor, se trasladó un mediodía a mi casa.
Ahora, cada noche, me siento frente a mi océano verde, pintado a través de unos ojos del mismo color, por la gracia de una mano que abanica la magia de los colores (la magia es una cuestión de inocencia, así que habrá que cuidarla) y sucede que muta en cada mirar.
Puede ser un océano calmo al atardecer, África en el horizonte; o un océano en el que sumergir los sueños gozosos que reclaman más tiempo para vivir; o un océano que se vierte en tus dedos y va llenando la cuenca de los ojos; puede convertirse en un oleaje de caricias, o en un amanecer de besos. Todo dentro de mi cuarto, a los pies de mi cama, tan próximo de la alucinación nocturna, tan llenando mi tiempo detenido...
Un océano verde a través de unos ojos marrones, por unos ojos también verdes, desde unas manos que abanican la magia, para unas manos que amoldan la realidad y el deseo...Si fuera de otra forma, podríamos, como Silvio, cantar: “La gota de rocío/ del cielo se cayó/ y en ella el amor mío/ la carita se lavó”. Pero es un océano, todo un océano. No hay quien pueda encerrar un océano en dos versos, aunque yo, cada noche, me acuno en sus olas que, una a una, me van recitando los más bellos versos de amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito cuadro. Así como color clorofila desatada. Hombre, yo, por mi condición de microalga, adoro esos colores...

Es verdad lo que dices de vivir cerca del mar (como diría Tolkien, cuando escuchas la gaviota ya no paras). En Granada (y mira que la ciudad es romántica) a mí me faltaba. A ver si al fin logro terminar viviendo aquí, y no me largan a la quinta puñeta.

Cuídatenos, Carmeliya. Y ve a l médico, que no muerden.

Bueno algunos sí, pero con el mismo porcentaje que el resto de las profesiones.

NáN dijo...

Lo miro tanto ese cuadro que tú miras. Encantado, pero sin juzgar, con placer.

De lo mediterráneo, dime cuánto necesitas que te lo envío por correo certificado (aunque desde hace tiempo apenas si lo veo 4 o 5 días al año; no me merece la pena casi de cómo me lo han dejado: playa de San Juan antes de que llegue el turismo y sin alejarme demasiado de la orilla).

Quien escribe como tú no puede ser privilegiada: tiene derecho a todo. Me has abierto una mirada de más ternura.

Y anda, sí, haz caso a tu amigo, cuídate, cuídate. Que te necesitamos, prima.