lunes, 5 de febrero de 2007

LA ALEGRE SOLIDARIDAD DE LOS IMBÉCILES


Este cuento está dedicado a mi primo Nano ("que no me toca nada/ y es mi hermano"), por tanto amor; a Lola por su sonrisa tan acogedora; a Peter, por Nunca Jamás, por la magia, por no ponerle nombre ("¿por qué no? Tenemos toda la historia por delante"), por quererme. Porque seguimos apostando por la vida y ésta nos hace saber que sólo así se puede respirar, y jamás nos sumaremos a la alegre solidaridad de los imbéciles.



-Lo que ocurre es que uno se va haciendo mayor y se va enamorando de tantas peronas diferentes... -dio él, asiendo un vaso de ginebra con el desconsuelo del que ya no busca.

- Lo que ocurre es que te haces mayor sin demora -los ojos de lla escudriñaban su pelo alborotado.

- Pero hay cosas que nunca cambian. Te sigo amando. Mejor dicho, te estoy empezando a amar.


La mujer se giró para verter el café en la taza. Sus caderas iban conjugando el futuro imperfecto del verbo desear. Él se levantó la agarró por la cintura y la trajo hacia sí.


- ¿Qué amas desde siempre? -le preguntó sintiendo que las ganas de que la tomara con firmeza, tal vez con brusquedad.

- Esta ciudad, y a Cortázar, y a Serrano y a Malasaña, y los colores, aunque éstos hace poco que lo sé, como a ti -sus manos resbalaron por sus muslos-. Pero te estoy empezando a amar.


Ella dejó escapar un escaso gemido, arqueando su felina espalda bajo el traje amplio. Aferró aquellas manos que la dibujaban, echó la cabeza hacia atrás y susurró a la vez que sus piernas se alejaban la una de la otra en un juego de simetrías inversas.


-Soy cuanto te cabe en la voz,

la piel que se adhiere a tu lengua,

la húmeda estancia que oscureces.

Me convertí en todo cuanto quisiste alguna vez

y es probable que no me ames.

Has de rendirte a mi saliva,

has de borrar las huellas

que no llevan una rúbrica común,

has de amarme y

será entonces cuando te des cuenta

de que tal vez yo

ya no te espero.


Se alejó del hombre que enjugaba su llanto invisible en el orgullo herido. Lo miró tan sólo un segundo más, antes de cerrar la puerta.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Dice Stefano Benni:

"Triste es el hombre que sólo ama las cosas cuado se alejan".

Pues eso.

Anónimo dijo...

Debería decir gracias y cerrar. O poner el poema que te envié dedicado. Pero sorprendido del agua que tiene el poema del metro de esta mañana, dedicado a mi hermana, te lo pongo aquí, para que veas los cruces de los mares, cómo son, en las madrugadas.

(Y cómo eres tú, ya lo sé).

(Microalgo, posiblemente tienes razón. Le escribía el otro día a mi hijo en un poema que todavía no le he dado: "Que la vida es triste si te dejas...")



Y es como dejar de ser adulto,
como ser un niño de cincuenta y siete años o algo así,
cuando vuelve el secreto a filtrarse.
JOHN ASHBERY

A mi hermana Mercedes


Donde duele el mar
porque la vida son olas contadas.
Lejos, seco, agrio. Encanecido
por haber dicho aquel no,
aquél precisamente,
recuerdo la manzana
el termo del café de niños
el sol bajo todavía,
tú en el agua, porque eras mayor,
mientras me secaban.
Y tiritando te envidiaba
(ser el pequeño es un curso de deseos).
Después, el día encerrado,
la casa en penumbra
hasta la noche.
El silencio, el hilo, el libro
que me hicieron como soy.
Amante. Displicente. Hiriente
para mí.
Soy ahora el mayor, el más anciano.
El que más resiste el frío en el mar.
El que queda recordando el paso de las olas
imaginando la sal de la saliva
diciendo no a la fricción de la toalla.



Tantas gracias, Carmen, por tanto.

Anónimo dijo...

Cómo me llegas a emocionar primo... Cómo os he llegado a querer (Nacho y Nán). Stefano Benni tiene razón: ¿por qué amar cuando perdemos? ¿Tan necios somos los humanos?
Es posible que la vida nos sorprenda un día y aquellos imbéciles que se dejan arrastrar por una corriente, que ni llegan a plantearse si es la suya, dejen de ser los que tienen el poder. Y seamos los que hemos decidido llorar cuando estamos tristes, reír cuando nos quieren, vivir, al fin y al cabo, los que designemos que el tiempo sólo es aquí y ahora. Aunque, ¿para qué engañarnos? Si alguien nos ofreciera el poder diríamos: "no, gracias", porque no tenemos más ambición que respirar cada mañana el aire que se nos antoje.
A ellos, tal vez: "un día la vida echará abajo su puertas".

Anónimo dijo...

Ya hemos hablado tú y yo, cara Carmela, de que no creo en eso de que no nos demos cuenta de lo que queremos hasta que se va. Si es así, lo que sentimos no es amor (por las cosas o las personas), sino más bien un sentido de posesión infantiloide (¡el juguete es MIO!). Lo irracional del acto no quita que lo hagamos todos, claro. Tal y como yo lo veo, cuando amamos o sentimos pasión por algo, es raro que se nos pase. Es verdad que la posibilidad de la pérdida lo intensifica todo, y ahí estoy de acuerdo con microsomething... amar así es bastante triste.


Mandan saludos los hombres grises.

PD: Cumpliendo, con cierto retraso, con mis obligaciones de amiga,hoy me he leído tu blog de Pe a Pa (hasta el momento)y estoy preparada para más... ¡siguiente entrada!

Anónimo dijo...

La emoción, prima, empezó la historia. Fue algo muy profundo, un ronroneo de cristal del bueno, cuando leí

Me adentraré en el océano que nos mira,
rasgaré las mareas y los vientos
y, un día,
sin que tus años, que caerán
ajados por los fríos,
se den cuenta,
regresaré a tu lado
y acunaré tu vejez.

Dices tú que se lo dice Ulises a Telémaco; y yo entonces pienso que la voz que lo dice es una voz hermosa y sorprendente: que el padre venga a acunar la vejez del hijo pertenece a una perspectiva que yo no conocía. Y así la emoción se pone en marcha y llega el cariño.

Pero me preocupa no tener acceso a mi compañero Nacho: ¿problema técnico temporal?

Entré para decirte esto, por tu comentario, pero también para afirmar lo que me ha gustado el ¿relato?, con esa mezcla de poema en prosa y en verso (y el interés por las emociones humanas). Triste el final del no, como en la vida.

Bien por ti, Carmen (y abrazo a Peter Fun y a microalgo, esté en el cruce de bits donde esté).

Besos a los tres (más fuerte el tuyo, claro).

Anónimo dijo...

"Has de amarme y
Será entonces cuando te des cuenta
de que tal vez yo
ya no te espero..."

Es eso el amor.
Uno no ama cuando esta enamorado.
Se empieza amar justo en el mismo momento en el que empieza el desamor...

Precioso, como todo lo que escribes.
Un beso, Ana.

Anónimo dijo...

Siempre me ha emocionado lo que escribes, primo, pero, derepente, un día, tomo contigo una ensalada de espinacas filosófica e italiana, o un té en Malasaña, y sé que la emoción nos viene de dentro, de la perpeljidad de saber que en el mundo quedan personas hermosas, llenas de luz (véase Lola y Nán, o el mismísimo Peter, o Nacho, que espero que termine cambiándose de una vez a blogspot, o María que me riñe cuando me hago daño, o Ana que acaba de incorporarse al blog y a su vida). Ayer le dije a alguien: si me quejara sería una desgraciada porque a mi alrededor tengo gente que vale su peso en oro. Así soy todos vosotros.
En realidad, yo no creo que el no del relato sea triste. Dice Serrat que "nunca es triste la verdad/ lo que no tiene es remedio". El no es la certeza del sí porque el cerebro no acepta la negación (¿no era así, Pedro?). Ese no es el comienzo de una nueva vida que le pregunte a Franz cuando descubre que se ha jugado su matrimonio por Sabina y ésta le abandona también porque ha dejado de estar en la clandestinidad. Sólo entonces Franz comienza a ser feliz.
En cuanto a Ana, sólo decirle que la lucha es más fiable cuando aceptamos que hay gente que nos quiere y nos cura las heridas, que para eso estamos. ¿El amor? Llegará, y sabrás que es él y que no hay remedio porque tú te has alistado a este ejército que no demora los latidos. Se es más feliz así, te lo aseguro, pero, no lo olvides, también se es más infeliz.
De cualquier manera, me alegro de que no te sumes a la alegre solidaridad de los imbéciles.
Bienvenida.

Lara dijo...

¡Carmen!

Me distraigo un poco en mis encajes y mis bordes de página y mira qué maravillas haces sin ni siquiera susurrarme algo al oído.

Tengo deberes.

Te estoy esperando, pero eso siempre lo sabemos ambas.

NáN dijo...

Carmen y Lara: haced esos deberes, sean los que sean.

Caed sobre todos nosotros (los de los blogs, pero sobre todo los de fuera) como los copos que ya no nievan.

Paralelo 49 dijo...

Hay palabras (amor, desamor) como umbrales y ante ellos me quedo ahí, sin cruzarlos. Aún así, me invaden. Aún invadiéndome, no sé exactamente qué quieren decir

"...No temas, el negro tiene matices,
y tu silencio tendrá mi mano
siempre que la busques.
No abras los ojos.

Sé que duermes,las manos muy juntas."
Adela Sainz Abascal

Anónimo dijo...

Gracias por atravesar el umbral, P49, y permitir que los paralelos sean transversales y consanguíneos. Espero que nos sigamos viendo y hablando de la belleza, las luces de melocotón y hasta la lluvia atlántica si ha menester.

Lara: siempre la Niña Lara, siempre con ojos de curiosa inocencia, sus distancias, sus cigarros, sus libros, la soledad consentida... Estás muy cerquita.