lunes, 2 de abril de 2007

CARTA I


Querida K.H.:


No tengo que decirte que miro con cara de idiota el reloj de la cocina, ¿verdad? No, tú ya lo imaginarás. Lo que no sabes, seguro, es que la cocina ha naufragado.


Fue a los dos días de marcharte. La ventana que da al parque se transformó en proa quebradiza. Los días de lluvia zozobrábamos mi café y yo mientras en la calle los coches difuminaban las voces y el silencio. Pero, aguantamos dos meses a la deriva. Después, nos fuimos al fondo abisal.


No sé cómo conseguí salir a la superficie otra vez. Sólo recuerdo que mojaba una magdalena en el café con leche del almuerzo (desde que te fuiste mis comidas son sólo eso) y un tsunami de azúcar mojada me arrebató la taza de la mano. El aire pesaba como agua salada y se me iban inundando los lacrimales . Fue así, ahora lo recuerdo. Fue así como regresé a la atmósfera de aire seco, por mis lagrimales. Fui vaciando el océano por mis ojos, ahora me acuerdo y me da igual.


La rubia que miraba por la ventana, con una guitarra como toda ropa de cintura para abajo, dice que en algún lugar más allá del arcoiris... Pero yo no la creo. He dejado de creerla desde el día en el que murió tan joven como lo soy yo ahora. Me decía siempre que tú me echabas de menos, aunque no lo dijeras, aunque tu silencio fuera una tortura para mis manos. Cómo se equivocaba, ¿verdad? Tú no me has echado nunca de menos. Quizá, alguna vez, enjugaste tus palabras entre tus secretos; y, por supuesto, mis manos ya no se torturan por ti. Mi espalda, esa sí te echa de menos, pero ambos fingimos que tu piel se acabó aquel día en el que el mundo hacía aguas.


Ahora, miro con cara de idiota el reloj de la cocina y no sé cómo decirte que te estoy olvidando, aunque, a ratos, no me sale; aunque, a ratos, tengo ganas de reflotar la cocina y salir a buscarte para dejar claro que no para de llover y que, por si acaso me piensas rendido, completes la imagen con un hilo de alcohol exalado de la comisura del corazón, por si te entra sed.


32 comentarios:

Anónimo dijo...

"No sé como decirte que te estoy olvidando".
El olvido me da miedo. Me da mucho miedo.
Imagino que a ratos tampoco sé como decirme a mí misma que he olvidado muchas cosas, muchas caras, muchas sonrisas, muchas personas...
Aquí tampoco ha dejado de llover, ¿sabes? Aquí, no conocemos nada que no sea la lluvia.
A veces parece que va a escampar pero es sólo un espejismo.
Yo también he tenido ganas de echar a correr y decirle a alguien todo que quizás nunca me diga a mi misma.
Porque cuando tengo que olvidar, más que miedo, siento pena.

Besos, abrazos y sonrisas.

Ana...

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Oye

Anónimo dijo...

Otra

Anónimo dijo...

Llegas al corazón.

Disculpa los errores en la música. Me costó dar con la fórmula.

Anónimo dijo...

Los diccionarios de la vida enseñan palabras comunes, pero a veces en los recónditos de la memoria aparecen esas que llegan al fondo del corazón y como bálsamo impregnan heridas, hasta curarlas. No imagino una K.H. materialista porque seguro que la naturaleza une personas de espiritualidad elevada. Sin embargo, la palabra, es el arma que más separa o cohesiona. ¿Utilizaste todas tus armas para defender tu amor? ¿O, simplemente es un abandono deseado, natural como el agua que pendiente abajo fluye cual río que va a la mar?

No se debe perder la ilusión como decía aquel poeta "Prefiero más que llegar, pensar que ya voy llegando."

Eso probablemente nos mantiene vivos.

Anónimo dijo...

esta es la canción que debes cantar

http://www.goear.com/listen.php?v=f6783b0

"No sé cómo decirte que el mar no está triste para los dos"

Anónimo dijo...

mmm

Nena Daconte...

O no está triste, sólo recuerda y trae consigo el mar de fondo que provoca mareas imperceptibles y brumosas.

Yo ya no he vuelto a buscar, ¿para qué? Y perdí el credo en algún lugar.

Anónimo dijo...

Riete de la vida, no dejes que la vida se ría de ti, no le digas que lo estás olvidando, dítelo a ti misma.
Tómate el cáfe y el zumo de naranja, y el con el azucar endulzate la vida y no derrames más lagrimas no innundes tus lacrimales, regalanos tu risa, tu risa nos hace libres, nos pone alas,que diría el poeta, cuanta gente está esperando tus manos y tu espalda y tu agonizando, será posible?. Alguien echa de menos tu pies y tu no lo sabes y el tampoco. Su piel se acabo, pero mira a tu alrededor, estoy esperando que tu me encuentres y tu perdiendo nuestro tiempo.....

Anónimo dijo...

En el anterior comentario donde pone pies, quise decir piel, je,je., aunque también puedo echar de menos tus pies

Anónimo dijo...

El mar no está triste, el mar está, eres tu la que lo ve triste, te estoy esperando y tu sólo ves el mar triste, sólo ves mar de fondo y no ves la superficie, sólo ves el naufragio.
Yo siempre estoy en la playa y tu sólo miras a la mar cargada de melancolía, estás quedandote ciega a pesar de no tener ni una dioptría.

Anónimo dijo...

te quiero, te espero

Anónimo dijo...

El viento en la isla
El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.

Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.

Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.

Escucha cómo el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.

Con tu frente en mi frente,
con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos
al amor que nos quema,
deja que el viento pase
sin que pueda llevarme.

Deja que el viento corra
coronado de espuma,
que me llame y me busque
galopando en la sombra,
mientras yo, sumergido
bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola
descansaré, amor mío.

Anónimo dijo...

Con tu frente en mi frente, con tu boca en mi boca

Anónimo dijo...

Hola:

Me gusta este sitio. Es nutritivo.

Anónimo dijo...

Bienvenido/a Soponides:

Estás en tu casa.

Anónimo dijo...

Anónimo:

Cómo puedes quererme y esperarme si no sé quién eres? Y si eres el de siempre, cómo puedes quererme y esperarme?

Anónimo dijo...

Qué más quisiera yo que no quererte. Yo te amo, a gritos, en mi silencio. Creo recordar que te lo dije en nuestra penumbra.

Pero bien es cierto que bajo este manto puede haber más de uno que te quiera, o simplemente te desee.
Yo también.

Tengo tu retazo escrito y caminaré con él dentro de tus pies. Algún día lo leeremos juntos, como las parejas que se cuentan cuentos a la luz de la luna.

Un beso

Anónimo dijo...

Es más, seguiré siendo un anónimo excepto para tí.
Guarda mi identidad. Porfa

Anónimo dijo...

Nunca te permitiré que me digas lo que no quiero escuchar.
Aufiedersen.
Me equivoqué porque la vejez es el futuro, y éste no existe, lo fabricamos. ¿o nó?

Anónimo dijo...

Esto es café de Colombia.
Aromático.
Suave.
Intenso.
Con cuerpo.

Anónimo dijo...

"Nunca te permitiré que me digas lo que no quiero escuchar. "


Anónimo, aunque generalmente me gustan mucho tus palabras, esta frase me parece... inhumana.

Realmente espero que no lo sientas así pues poco aprecias a la persona a la cual no quieres escuchar. Y si es que te resistes a un paso, recuerda que la Tenacidad siempre Venció al destino, pero sucumbió ante la Realidad.

Anónimo dijo...

Gracias Peter.

Tienes toda la razón en la forma y en el fondo. Seguro que era algo parecido al canto del cisne. La idea ha revolucionado el subconsciente (dentro pero fuera de mí) que ha jugado en mi contra, sin duda.

Carmen, es posible que haya herido tus sentimientos. Seguramente merezco que borres todo lo que he escrito, por este involuntario machismo de copla ibérica. Estoy francamente avergonzado.

Pido disculpas a todos los amigos presentes.

Anónimo dijo...

No creo que tengas nada de lo que avergonzarte.

Otra cosa es que a Gondal le parezca bien o mal, que es su casa y tiene todo el derecho. La libertad para moverse en su sitio la ampara. Y posiblemente no mejore tu caso. (Ser libres no significa ser felices).

Pero como uno de los presentes, desde luego no me debes disculpa alguna. Nada grosero he leído. Si así lo desea, el que lee y ve muchas entradas seguidas puede no leerlas.

(Hola Peter, siento esta vez no estar de acuerdo: no suele servir de nada, pero uno puede negarse a escuchar algo, o a leerlo. Y si hay ya una relación, no escuchar es profundamente egoísta. No parece este el caso).

Anónimo dijo...

Esto nan... creo que estamos de acuerdo. Lo que yo he indicado es que es sumamente egoísta e inhumano decidir que la realidad es la que uno decide cuando hay otra persona implicada.

Por poder puedes negarte a escuchar o a leer. Pero eso no cambiará la realidad que sigue siendo la que es, por mucho que no quieras enterarte. Y el hecho de no importarte alguien a quien aprecias es un gran acto de egoísmo. Es físicamente posible, pero la realidad acaba imponiéndose. O te fabricas tu propia realidad, volviéndote autista, o loco (y lo he visto ocurrir).

Hacerlo posible es sinónimo de inhumanidad. Por eso me extraña en Anónimo, siempre tan lírico y humano

NáN dijo...

Hola Peter: Anónimo ha tenido un arrebato.
Eso es todo.

¿Y quién no?

Volvamos a lo importante: la carta de Gondal. ¿La hemos olvidado?

Una hermosa y orgullosa carta, que al final, ¡ay, la carne es fuerte pero el espítitu es débil!, vacila.

Prima Carmen, piensa en mí como en un siciliano bruto. Hagamos una oferta que no puedan rechazar.

Veamos... le estabas escribiendo una carta a Keith Haring, ¿no? (http://www.haring.com/). Encantador, pero Basquiat me parece más... no sé. Más fuerte.

Besos oceánicos.

Anónimo dijo...

Andá, si yo creía que era a Katie Holmes.
Vaya despiste. Y el pobre Cruise preocupado.

carmen moreno dijo...

No, no. Ni Keith Haring, ni Katie Holmes.

A mí me parece más fuerte Basquiat, primo.

Anónimo dijo...

¿Viste la película? Pocas veces el cine transmite la atmósfera, el contexto del que sale la obra real. La biografía también la cuenta, claro, pero va más allá y permite conocer la base de mucho del arte que se hizo en Nueva York en esa época.

¿Será porque el director es Julian Schnabel, otro artista brutal (por lo que impacta, no porque sea brutista)? Vi una retrospectiva suya en el Palacio Velázquez del Retiro, con sus cuadros de decenas de metros cuadrados que prácticamente "regaló" al Reina a principios de los años 80.

Bueno, aprovecho esta distendida entrada, para decirte que estas cartas, tan aireadas como airadas, me tienen deslumbrado, pero con una sensación de estar mirando algo desde una rendija de la cortina.

Me pareces muy valiente; y tu lenguaje extenso e intenso. Seguiré mirando cómo saldas cuentas con la historia, pero no haré comentarios o los haré transversales.

Muchos, muchos, besos.

Anónimo dijo...

te quiero, te espero, no es tu anónimo de siempre, a partir de ahora me identificaré como Yo

Anónimo dijo...

Coñe. Me voy dos días y mira la que liáis.

Bonito el dragoncito del coche...