martes, 2 de octubre de 2007

SUEÑOS EN EL UMBRAL de FATEMA MERNISSI

La infancia es cuando la diferencia no importa. (...) La separación crea un inmenso vacío de comprensión. (...) –Los hombres no comprenden a las mujeres, y las mujeres no comprenden a los hombres, y todo empieza cuando se separa a las niñas de los niños en los baños. Entonces, una frontera cósmica divide el planeta en dos. La frontera señala la línea de poder porque dondequiera que haya una frontera, hay dos clases de criaturas que caminan por la tierra: de un lado, los poderosos, y, de otro, los impotentes. (...) Si no puedes salir; estás en el lado de los impotentes.



Del libro Sueños en el umbral: memorias de una niña del harén de Fatema Mernissi (ed.quinteto)

17 comentarios:

Peter dijo...

Aunque yo opino que si que ha diferencias entre hombres y mujeres (físicas sobre todo) está claro que las culturas, en general, trabajan duro para crear todavía más diferencias y llegar a la situación tan hábilmente descrita... nadie comprende a nadie, y sólo puedes saber dónde estas, y que te corresponde. Y fíjate, los poderosos son muchos menos que los impotentes...

Anónimo dijo...

Pero, ¿en qué lado estamos nosotros?

Anónimo dijo...

¿En el de los que pagan el pato porque nunca se ponen de acuerdo?

AROAMD dijo...

impotente y pagando el pato...
e incomprendiendo ...

te mando un abrazo
y te digo que siempre te leo

Anónimo dijo...

Y hoy se reproducen como chinches (chinchetas, mejor) los neocon que defienden los beneficios de la educación diferenciada, como con tanto subterfugio le vienen a llamar a eso de las niñas a un lado y ellos a otro. Y es que todo, hasta el otoño, vuelve.

Anónimo dijo...

A la Iglesia, la Gran Diferenciadora, le fue muy bien cuando todo estaba diferenciado: para unos el Poder y sus dividendos, para los otros dar esos dividendos y "la felicidad en el otro mundo"; las niñas por un lado, los niños por otro; los decentes y los pecadores; los normales y los anormales.

Así, todo bien repartidito, estaba más claro: la policía y el ejército sabía perfectamente a quién tenían que disparar o encarcelar.

Me ha gustado mucho que hable de "poderosos" e "impotentes". Si nos quedáramos "impotentes" en nuestro sentido clásico, haríamos cualquier cosa para areglarlo; pero no hacemos nada cuando nos arrebatan la "potencia" de decidir nuestra vida.

Anónimo dijo...

Qué bien veros por aquí. Aroa, que no sea la última vez, mujer. El océano es ancho... Pablo, ya sabes que me hundo en tus aguas, que, al cabo, son las mías y atlánticas. Primo, estoy contigo. Si etiquetamos, si decimos qué es bueno y qué malo siempre es más fácil odiar porque ya te lo dan decidido y todo (el sumum del no pensar).
Hay un grito de guerra que usaban los romanos y que se ajusta perfectamente a esto: Divide y vencerás. De la lista que da Nán yo me declaro: mujer, pecadora y anormal. Es mucho más divertido. Ah, e intentando recuperar la potencia para decidir mi vida.

Anónimo dijo...

Cualesquiera de nuestras posiciones en el abanico cerocentesimal es inventada. No hay nada original y es artificial, incluso, ser porcentual dependiendo de a qué aspecto lo apliquemos.

Básicamente lo normal es decantarse y como corderitos os colgarse la etiqueta. ¡Ja! En ese caso se toma el papel de pardillos manipulable y alistable.

Básicamente la certeza está en nadie y en todos, aunque hay "evidencias palpables" de que hombres y mujeres, como dijo el primero, somos diferentes y esto tiene pinta de que no seremos iguales hasta que los científicos, emulando a cualquier diosecillo, nos transforme. ¡Alláh nos proteja!

Salud(s) y ¡leña al mono!.

Anónimo dijo...

Funcionamos con etiquetas manque nos pese. La cosa es que podamos ponerlas nosotros (y no nos las den ya puestas) y sepamos quitarlas y cambiarlas por otras cuando necesitemos o queramos hacerlo. Una cosa son las etiquetas y otra los sanbenitos.

Y estoy con Peter: no somos iguales...

Pero sí equivalentes.

Besotes a porrillo.

Pablo Gutiérrez dijo...

Uf, qué buen montón de cosas se me quedan por decir acerca de cómo afecta ese machete Diferenciador en las pequeñas mentes de las niñas que se educa(ro)n detrás de las tapias de sus coleconventos. Pero sería para la Sonrisa Vertical, más bien.

Pablo Gutiérrez dijo...

Eeh...

Anónimo dijo...

... y en ellos también, me temo.

Lara dijo...

El debate, genial. El texto, para un debate.

(Pablo, Pablo... no me traigas de la lengua...)

carmen moreno dijo...

Yo no creo que hombres y mujeres nos diferenciemos tanto. No me hablen ustedes del físico, por favor, (D.Micro va por usted especialmente). También, en ese sentido negros y blancos somos diferentes, etc, etc...

Las diferencias de las que habla la Mernissi, van más allá y son las que castran nuestra libertad, las que se refuerzan cada vez que alguien dice: "es que somos diferentes...".

Todos tenemos el poder de cambiar el mundo (ingenuidades aparte), porque todos somos parte de él.

Estoy con Pablo en que los colegios de monjas y de curas han hecho mucho daño, sobre todo a la heterosexualidad (heme aquí). Disgregarnos, separarnos como si fuésemos pollos y hubiera un sexador por ahí que insiste en meternos el dedo donde yo os diga, es señal del miedo que muchos tienen de incorporar a la mujer a una sociedad justa que,por ahora, desde luego, no lo es.

zöe riudavets dijo...

La mujer es un peligro...es la peor competencia que le puede salir a un hombre. No diré más que luego me tachan de feminista o cosas así. (Conste que la frase no es mía, es de mis primos, conocidos por mis amigas como los Neanderthales....no digo más)

Anónimo dijo...

Sinceramene, esta discusión es tan antigua como estéril, porque hombres y mujeres jamás nos pondremos de acuerdo en reconocer que somos diferentes... Porque lo somos, mire usted, no hay más que ver los gustos, las reacciones ante los problemas, las necesidades... En general, claro, siempre hay quien va en contra de lo habitual.
Y quien no esté de acuerdo conmigo... será porque es un hombre
Je je

Anónimo dijo...

¿Y si estamos de acuerdo no lo somos?

Jie, jie.