martes, 16 de enero de 2007

La caída de Peter


A mí misma, para que un día crezca
o no, para que me cojan la mano y
salten conmigo y que no se descosa
mi sombra así seremos tres

Ahora que estamos a solas
te propongo que subas al tejado
y mires las estrellas
que me des la mano y saltes conmigo
no tengas miedo a la caída
porque no existe el suelo
si no miras hacia abajo
me gustaría pedirte que me ames
pero no sé hacerlo
sin que las palabras
suenen como los cristales
que mis pies heridos pisan
prefiero tal vez
que subas al tejado conmigo
claro yo te quiero
pero qué importa un amor
que no sale del cuarto
las tejas no se mueven
no creas todo lo que ves
si reposas tu pie en mis costillas
notarás el aire estrangulado
es el cielo el que vacía sus bolsillos
tú no lo ves porque
miras con ojos de adulto
y las pupilas que crecen
engañan a la vida que hacemos nuestra
aún gasto papeles recordándote
pero un día
no sé cuándo ni cómo
un día Peter
ya no pensaré en ti o en los polvos de hada
no te ofreceré más mi mano
subiré al tejado y saltaré yo sola
ese día
habrá un tsunami en Nunca Jamás

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermosísimo, Ondina.

Mi amigo Juan Nadie lo miraba desde otro punto de vista. Le copio completo un post suyo:

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- Hemos jugado, te he enseñado a volar, nos hemos divertido juntos. No puedes venir al País de Nunca Jamás y obligarme a crecer. No puedes. Es injusto.

- Claro que puedo, Peter. Y lo haré. Soy una mujer, no lo olvides.
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Yásta. Me encantó también cuando lo leí. No creo que sea misógino, el mensaje. Al menso, yo no lo veo así.

Yo también quise alguna vez que ciertas mujeres me dieran la mano y saltaran conmigo. Pero la gente tiene su propia opinión y, por supuesto, la última palabra sobre sus vidas.

Ellas se lo pierden, claro.