"que empiezas -y eso duele- a ser olvido"
Waldo Leyva
Que empiezas -y eso duele- a ser olvido
que de la ciudad las mujeres se desprenden
que el viento restituye tu otra imagen
que estas palabras que desgastan mi mirada
anidan otra vez en tu ombligo
que renace el tiempo en mi memoria
que se desvanece el vacío entre los dedos
que los años pasan en vano por tu casa
que digo tu nombre y suscito todo el frío
que emprendo viaje mañana u hoy
que sé, desde siempre, que te pesa la vida
que desdice tu imagen la que ahora eres
que tiendo mis manos y sólo hay solsticios
será por todo
que envejezco cada instante
en mis ojos que tramitan la desidia
y pido a media voz
que vuelvas a encontrar aquel latido
que renieguen los viejos del parque y los paseos
que rehagan mi vida en equipajes
que vuelva el olvido y como el olvido empieces.
6 comentarios:
"que los años pasan en vano por tu casa"
"que te pesa la vida..."
Sacaría un cigarro ahora para decirte, en voz bajita y sin que se enteraran: qué suerte poder hacer EsTo con la vida, qué suerte poder sacar partido (primero atraviesa el cuerpo y lo rompe p lo desangra o le da luz, y luego EsTo).
Beso, beso.
Qué precioso Carmen,cada verso parece un peldaño o una amarra.
No, no estamos lejos. La cuna fue la misma. Lo Leo de nuevo...
Que empiezas -y eso duele- a ser olvido
que de la ciudad las mujeres se desprenden
que el viento restituye tu otra imagen
que estas palabras que desgastan mi mirada
Ya sabes, Lara, que la vida siempre me ha ofrecido el mejor material (como a ti, como a casi todos los que nos vamos intercambiando palabras en nuestros espacios). Estoy aprendiendo a mirar hacia adentro, a reconocer las heridas e intentar sanarlas.
La distancia no existe, ya lo hemos dicho ambas, paralelo, sobre todo cuando la sangre no deja de ser la misma -también la cuna-. Yo también te leo y me voy acercando con alegría y complicidad a tu latitud.
A mi latitud? ¿De veras? Buenísimo!
Estas Letanías del Falso Olvido me ponen la carne de gallina (de lo gallina que soy simplemente con notar que puedan sufrir aquellos a quienes quiero). Así que entre verso y verso intercalo un "Muéstranos, Señor, misericordia".
Y al final es como un mantra, que es como un taconeo, que es como El Cigala diciendo lo de "se me olvidó que te olvidé, a mí que nada se me olvida".
Y de bonito que es, se me olvida que a lo mejor lo escribiste con destilado de lágrimas, y me anima (olvidándome de ti) el "empieces" y hago rulo con "Que empiezas" y ya lo estoy leyendo otra vez.
El ingrato de tu primo, que dice que tanto te quiere y ya ves, encantaíco de que escribas tan bien, sin importarle por qué.
Yo sé, primo, que me quieres bien. Destilado de lágrimas y todo... Una no olvida, pero sí se ilusiona de nuevo, sí pelea por seguir en la vida, sí va conociendo a gente que le llena la cuenca de los ojos.
Ya no lloro, ahora empiezo con una sonrisa en la comisura de las manos.
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