viernes, 26 de octubre de 2007

HORACIO QUIROGA



Horacio Silvestre Quiroga (Horacio Quiroga) nace el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay. Su padre muere en un accidente de caza cuando él tiene tres meses. Su madre se casa de nuevo y él acepta a su padrastro hasta el punto de cuidarle cuando queda inválido. Pero éste, Ascensio Barcos, no soporta la parálisis, consigue una escopeta y se suicida. Quiroga tenía 17 años. Así que los primeros años de la vida del escritor están marcados por el horror y la muerte.
Empieza a colaborar con “La Revista” y “Gil Blas”, revistas en las que publica versos y prosa. Con 21 años decide dedicarse exclusivamente a la creación literaria, publicando el semanario “Revista de Salto”. Como primeras influencias tendría a Lugones, al que admira y quiere como a un padre, y Poe. De hecho, en su primera etapa literaria escribe Los arrecifes de coral (1901), que se compone de cuentos y poemas modernistas.
Después, abandonaría esta línea y se sentirá hechizado por la selva. Inicia esta etapa con El crimen del otro, basado en hechos reales (su amigo Federico Ferrando muere al dispararse la pistola que Quiroga estaba examinando).
Se casa dos veces: de su primer matrimonio nacen dos hijos y su mujer se acaba pizarnikeando, término acuñado por Don Micro, es decir, se suicida porque no aguanta el carácter huraño de Quiroga y se siente asfixiada al borde de la selva; de su segundo matrimonio nace su tercera hija, pero éste tampoco llega a buen término y su mujer, casi treinta años más joven que él, le abandona y regresa a Buenos Aires.
Pero, no me había propuesto hacer esta entrada para escribir un montón de datos que podéis encontrar en cualquier libro, sino para colaborar en un taller que se está celebrando en Madrid y al que no puedo asistir. Para decirle a Lara, a Reb, a Peter, a Robel y todos los que colaboran en él, que me encantaría estar allí y que, aunque sea de esta forma de alguna manera estoy allí y cuánta envidia me dan.

Decálogo del perfecto cuentista de Horacio Quiroga

1.-Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.

2.-Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

3.-Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

4.-Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

5.-No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

6.-Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

7.-No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

8.-Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

9.-No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

10.-No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/quiroga/hq.htm

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Amén

Mainumby dijo...

Ohhh!!!

Vengo de blog en blog y te encuentro.
Encima de todo con un grande de mi tierra.
Soy uruguaya, me llamo Pierina.
Hago mi reverencia aquí, porque a Quiroga le debo muchas cosas, y a vos por traerlo en el momento exacto...

Un abrazo, visitame cuando quieras...

Anónimo dijo...

Pues mira, a mí me encanta que esos datos me los pongas tan ordenaditos y con tus propias palabrs: no te prives nunca de hacerlo, porque (confidencia de pantalla negra a pantalla negra) sabemos mucho más de lo que pensamos saber, pero mucho menos de lo que decimos que sabemos.

El decálogo es interesante (y hasta podría ser discutible). Pero voy a puntuar: le doy un 9 al punto 9 y un 10 al punto 10.

¡Gracias por tu interés y ayuda!

Anónimo dijo...

y cómo duele volver al curro carmen!
ay que corto! mucho ánimo.

Quiroga me lo ensenhó un amigo hace tiempo. Es de tu taller no?

Anónimo dijo...

Zen_tao, amén, amén...

Mainumby, bienvenida. Quiroga, como Galeano, Benedetti, Martín Gaite, Juan Marsé, José Hierro, Fernando Quiñones y tantos, tantos, me sostuvieron muchas veces en el momento justo. Es lo que tienen sus palabras que se hacen eternas e imprescindibles.

Nán, tienes mucha razón. El decálogo es discutible, muy discutible, pero, claro, es Horacio Quiroga... Me gusta tu puntuación.

Par, bueno, yo no lo he dejado esta semana ni un ratito, pero hay cosas peores, mujer. No es para ninguno de mis talleres todavía, aunque suelo utilizarlo, ése y otro que tiene Neuman y me parece divertido. Yo me especialicé en Hispanoamericana por muchas razones, la riqueza en la mirada era una de ellas.

Anónimo dijo...

Mira que lo ponen fácil, con esas normas que tan buen resultado les da a sus autores, y a pesar de ello cuanto pesa mover la pluma y cuantos árboles (cibernéticos, ahora)se talan por hojas hechas gurruños.

Además, ¿Será que después de atormentado por la vida habrá uno de ser ordenado? Vaya jodienda.

En fin, no se si será para tanto.

(S)aludos.

Anónimo dijo...

Uuuuuhhh... creo que este decálogo da mucho para discutir, y yo no tengo mucho tiempo ahora. Hay cosas con las que no estoy de acuerdo... lo imprimiré y lo leeré en casa.

Pooooor cierto... ¿alguien es capaz de encontrar un decálogo que hizo Monterroso en un curso, que tenía once o doce puntos (cómo no)? Era la monda. Uno de ellos (escribo de memoria) decía:

- Si tienes que escribir algo con una palabra, escríbelo con una palabra. Si tienes que escribirlo con cien palabras, usa cien palabras. Esto es, NUNCA escribas una cosa con cincuenta palabras...