DIÁLOGO DE AMOR

- Te quiero, Juanillo.
- Yo a ti más, Margari.
- Eso es imposible, vida mía.
- Lo único imposible es que la luna sea más hermosa que tú, pastelito.
- Oye, Juanillo, no le mires las tetas a esa pelirroja.
- No le miraba las tetas, mi vida, sólo (mmm...). Esa blusa te quedaría estupenda a ti.
- Pero, cariño, mis tetas no caben ahí.
- Pero, es que yo no le miraba las tetas, vida mía.
- Ya, pero lo parecía.
- Bueno, mira, también parece que tú tienes un lío con el tendero: que si Rafaelito que mono vienes hoy, que si te dejo mi teléfono por si me necesitas...
- Sólo intentaba ser amable con el pobre chico que no tiene familia aquí.
- ¿Y para eso hay que ponerse esos escotes cuando vas a comprar el pan? Si ni yo te veo tanto las tetas.
- Hombre, será porque estás muy ocupado mirándoselas a otra.
- O porque tú eres una estrecha de cojones.
- Pues no dice eso Rafaelito.
- Ah, ¿no? ¿Y qué dice ese cretino?
- Que soy puro fuego en la cama.
- Entonces será que me vienes ya quemada.
- ¿Sabes, Juan? Vete a la mierda.
- Oh, no, no Margarita Manuela, si quisiera irme a la mierda me quedaría contigo. Por cierto, las tetas de esa son las que lamo yo los martes y los jueves.
- No lo digas ni en broma, Juan. No pasa nada por ser impotente.