lunes, 19 de mayo de 2008

ENTRE LA FILOLOGÍA Y LA LITERATURA

Voy a intentar aclarar el asunto filológico: soy filóloga porque una amiga mía es filóloga.
Comparto con Dámaso Alonso aquello que decía de que lo único que no debería ser un poeta nunca es filólogo. No se trata de dinero (a eso se renuncia cuando una se mete a la cosa de descuartizar la lengua y la literatura), ni de prestigio, ni de fama. ¿Entonces de qué se trata? Vaya usted a saber.
Yo estudié Filología Hispánica porque no pude estudiar lo que quería: Ciencias Políticas, Psicología o Periodismo. Aunque, la verdad del asunto es que, cuando yo tenía 13 años, mi madre me preguntó:
-¿Tú quieres estudiar BUP o FP?
-Arte Dramático en Granada, mamá, -dije yo con una ingenua a la par que estúpida sonrisa grabada en mi pequeña boca.
-Jajajaja. No, no, hija, en serio.
-En serio. Mamá, por favor, entiéndelo quiero ser artista (es que yo por aquella época estaba muy influenciada por Concha Velasco).
Así que, una vez expuesto mi punto de vista, hablado con claridad, sin ningún tipo de tapujos, dejándome el alma en la exposición de mis razones, acabé estudiando BUP en el mismo instituto en el que había estudiado mi hermano mayor y en el que luego estudiaría mi hermano pequeño.
De cualquier manera, el gusanillo del arte me llegó a los 8 años, junto por mi amor por el fútbol. A esa edad cogí hepatitis en el colegio. Una hepatitis que me tuvo en cama 6 larguísimos meses. Era la época del Mundial del 82 (dios salve a Naranjito). Me tragué todos los partidos del Mundial. Incluso fui testigo en primera persona del percance de Paolo Rossi con sus testículos y las cámaras de televisión (años después le copiaría Butragueño). Pero, lo mejor de todo fueron las visitas de mi abuela.
Mi abuela iba todos los días a verme para que mi madre pudiera hacer la compra, y despejarse, claro. ¿A qué se dedicó mi abuela? A contarme cuentos, cantarme romances y narrarme su vida de posguerra: la pobreza, la explosión del cuartel que almacenaba las bombas en Cádiz y que produjo una cantidad ingente de muertos, incluído Manolote (quien quiera saber la historia de la muerte del torero que se dirija a mi email: morenopcarmen@gmail.com). Mi abuela me traía, además, cómics y libros que ella no entendía porque sabía leer y escribir lo suficiente sólo para escribir cartas llenas de faltas de ortografía. Ella, adoraba las historias, y ese amor me lo transmitió a mí.
¿La Filología? Miren ustedes, si cuando mis padres me dijeron que no podía estudiar fuera de Cádiz, mi mejor amiga se hubiera metido a sexóloga de pollos este blog hoy se llamaría: Por qué cruzó el pollo la carretera.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué prosa más divertida! Es que el humor de Cádiz se lleva en la sangre.
Yo elegí filología porque mi nota de corte de selectividad no me daba para mucho más, aunque, la verdad, pensé que me gustaría más que otras y creo que acerté.
También tengo yo una abueleta que me cuenta sus batallitas (o es que esto va a ser patrimonio exclusivo de los abuelos).

Camille Stein dijo...

me encanta tu sentido del humor

yo también quería ser artista, pintor y escritor, nada que no fuera arte me atraía... acabé haciendo algo que no tenía nada que ver con la creación artística

de todas formas la vocación persiste con el paso de los años... y aflora: siempre es tiempo, siempre permanece en el interior más profundo

un beso

Anónimo dijo...

Vaya tela. Lástima que esa licenciatura la invalidara para la vida castrense. No habría hecho falta reinvadir Perejil...

Yo ya conté alguna vez... yo de chico... ya con un microscopio...

Un asco de crío, admitámoslo. Buéh.

Juanjo Merapalabra dijo...

Bueno si hay que decir lo que uno quería ser de pequeño, yo guardia civil. Y si hay que decir por qué se apuntó uno a la carrera esa que te inhabilita para ser legionario, yo porque era lo que me gustaba y lo que quería, o eso o filósofo. Yo también estoy con el que parió los hijos de la ira, no es bueno ser filólogo para ser poeta. Pero eso es lo que hay, y como la poesía es como vomitar y vomitar todo el mundo vomita pues hay que joderse.
Afortunadamente, decidiste ejercer de poeta.

carmen moreno dijo...

Soboro, las abuelas son lo mejor.

Camille, me gusta hacerte sonreír.

Don Micro, usted siempre con un microscopio...

Juanjo, hay gente pa'tó.

Anónimo dijo...

La historia es tan antigua como el jodido mundo ¿quién hizo, hace o hará lo que en verdad pensaba que quería y ahora quiere o no quiere hacer?

Yo también quería ser y al final no fuí matemático. Me conformo con que me cuadren las cuentas íntimas y monetarias.

Puro teatro de la vida, en la realidad eres y en la ficción también, a pesar de todo(s).

Anónimo dijo...

El pollo cruzó la carretera, por cierto, proque iba detrás de una p***a.

Que cada palo aguante su vela, el que se pica ajos come y quien a buen árbol se arrima amanece mojado y cuchara de palo, que aguante su vela y vuelta a empezar.

Rayos, ¿dónde habré puesto el litio?

NáN dijo...

lo de la muerte de manolete "melasé", así que vamos a lo que importa. Si a todos los que en este país fueron muy serios a sus papás (que como sabemos todo lo saben, todo lo comprenden y animan a sus hijos a que sean felices y se realicen) para decirles que querían estudiar para artistas y ni se les escuchó se cogieran de la mano desde Cádiz, la línea llegaría a París.

A diferencia del resto de Europa (no, Italia y Portugal no cuentan, he dicho Europa), lo que siempre han querido los padres de este nuestro es tener a los hijos "colocados" o estudiando algo serio para colocarse en una empresa seria. "¿Dónde coloco la maceta?", "En el alféizar de la ventana". "¿Y al niño?" "En Telefónica o en Renfe o un Ministerio, si es posible".

Así que como nos partieron la madre, que dicen los latinos, nos hemos pasado la vida "colocándonos" todo lo que hemos podido, desde que empezamos a hacer colecciones de cromos solo por el placer de usar pegamento para pegarlos.

¡Ah, la Familia! Qué sería del Arte sin ella. (y de las prisiones y los manicomios).

Miguel Marqués dijo...

¡Buenísima la prosa y el humor! Coincido con soboro y camille.

Yo estudié traducción e interpretación porque quería estudiar idiomas, y quería estudiar idiomas para viajar. Además, me amadrinó la hija de una compañera del colegio de mi madre en Almería, que estaba terminando la carrera y en un par de cafés (esos cafés que por aquella época empezaba a tomar yo por ahí) me convenció de lo fascinante que era la carrera. A mí se me caía la baba de lo guapa y agradabilísima que era (ahora está felizmente casada y ¡con gemelos!).
Todo este rollo para: por los viajes y una madrina que me hacía sonrojar dejé de hacer Historia, que además en la época estaba mucho menos de moda que traductores (con lo que mis padres no me pusieron ninguna pega).

Ahora viajo mucho pero quiero más, leo apenas Historia y quiero leer más, y hace años que no veo a mi madrina profesional. Sigo tomando café y traduciendo, eso sí.

En fin. La vida y sus cosicas.

¡Un beso!

PS: En mi blog, una entrada relacionada con esto de hace algún tiempo... 42 reflexiones sobre por qué no me importó estudiar la carrera que estudié! :D

carmen moreno dijo...

Anónimo(s), hice lo que pude.

Microalgo, eso es como tó, no se pueé generalizá, o sí, que no por mucho madrugar... la gallina.

Tienes toda la razón, Primo, si nos cogiéramos de la mano... Ahora no me importa haber estudiado Filología. Es más, me gusta haber perdido tanto el tiempo y haber pasado la mayoría de las clases leyendo en el Parque Genovés (sito frente a mi facultad) y montando una revista, y escribiendo y dejando las asignaturas (todas) para junio porque total, si de ahí iba al paro ¿para qué correr?

Miguel, yo leí tu post aquel y me encantó. Qué suerte haber hecho lo que querías. Yo, ahora, sería Ministra de Asuntos Interiores, o Exteriores, o de Entretiempo. A saber...

Anónimo dijo...

Vuelves a estar divertidísima. Un placer leerte con una sonrisa constante.
¡Me encanta tu abuela!
Gracias a ella tenemos una escritora más.

Anónimo dijo...

Llego navegando al azar y recalo en los mares que te traen olas. Y me divierte leerte, me gusta cómo escribes, y no sé cómo habría sido tu carrera como intérprete, pero parece que por lo menos el mundo se ha ganado a una persona que domina el lenguaje. Y que le da un uso estupendo.
Un abrazo

carmen moreno dijo...

Dama Winsta, el placer siempre es mío al verla por aquí.

Brujaroja, bienvenida. Si decide usted quedarse nos dará una alegría. Bueno, al menos, a mí.

david dijo...

Legendaria Carmen, no sé, yo nunca le he dado mucha importancia a lo que pone en los papeles rimbombantes que somos, por ejemplo en los títulos universitarios (a no ser que en él se califique a alguien como ingeniero, pero eso tiene más que ver con mi irracional generalización de la soberbia ingenieril que con otra cosa). Lo que somos, cómo somos y quienes somos va un tanto al margen de eso. Así que filología me parece una cosa tan buena como cualquier otra para estudiar. Que vale, que ya sé que lo malo es que sólo me lo parece a mí y que en el ejército no, y me uno en tu rabia por no haber podido dar rienda suelta a esa belicosidad que te descubro, pero es que en el mundo hay mucho idiota.

Pocos lugares se me ocurren mejores para los poetas que el ejército, porque definitivamente hace falta mucha más poesía (o sea, algo de poesía) en el ejercito.